Ante todo hay que decir que el porno casero español es un género en sí mismo. Quizá el más auténtico, en el sentido de que quienes realizan sus propios vídeos, en su hábitat natural, esforzándose por ponerse delante de una cámara, que sostienen ellos mismos o un amigo particularmente dotado para un rodaje de entrecasa, realizan sus coitos como auténticos meritorios de un hard que conlleva el entusiasmo de los deportistas amateurs.

Aficionados españoles con afán exhibicionista, que muestran su intimidad en videos caseros muy meritorios. Resulta notable de qué modo provocan un gran impacto estas películas en las que no aparecen rubias californianas siliconadas de pieles perfectas y primerísimos primeros planos en los que su carne parece la publicidad de las mejores cremas cosméticas. Ellas siguen siendo excitantes y, naturalmente no hay nada que reprochar a sus espléndidas anatomías ¡solo faltaría!. En este caso lo que hay es lo que se ve. Y lo que vemos en un decorado normal, como el de cualquier habitación nuestra o de algún vecino, nada lujosa, a veces mejor o peor decorada y a parejas de todo tipo, matrimonios, amigos… Tienen gran valor pues no es lo mismo una erección en la intimidad que delante de una cámara y con un tercero situando la lente allí donde la acción se percibe mejor.

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